Quiero ser arquitecto, es un pequeño libro de unas 20 páginas escrito por Alberto Campo Baeza y publicado en 2013. Este arquitecto español, fue durante muchos años catedrático de proyectos en la escuela de Arquitectura de Madrid, acumulando además un largo recorrido de enseñanzas alrededor del mundo. 

Quiero ser arquitecto, es por así decirlo una guía para los que nos estamos adentrando en este mundo. Además de recomendar arquitectos nacionales y libros para ampliar nuestro conocimiento como primerizos, nos habla de lo que es la arquitectura, tanto de lo bueno como de lo malo. Baeza se basa en su experiencia como arquitecto y como profesor para facilitarnos información sobre la carrera, las escuelas, las materias según él más importantes y lo más importante, nos prepara para conseguir las cualidades necesarias para ser arquitecto. 

Además, organiza la totalidad el libro de manera cronológica para el estudiante, es decir, de primeras explica que es ser un arquitecto, como y donde estudiarlo, que hacer antes de empezar este camino, después cómo saber si valemos para ser arquitectos y seguidamente, estando convencidos de querer serlo, nos da algunas referencias necesarias para que apreciemos aún más la arquitectura. 

Desde mi punto de vista, este pequeño libro es muy necesario para cualquiera que quiera ser arquitecto. Me ha parecido muy el enfoque que ha cogido, por que a pesar de decir que el arquitecto es un soñador que crea, que piensa que explica, también desvela la cara dura y de trabajo duro de la arquitectura, cosa muy inusual puesto que se suele pintar de color de rosa. En general, me ha gustado mucho esta lectura, me ha dado algunas pistas de qué hacer durante la carrera y mi tiempo libre para conseguir mis objetivos como arquitecta y como persona.

Me han parecido también muy curiosas las ilustraciones y en algunos momentos la tipografía y sus colores. En algunos momentos parece que los haya hecho un niño pequeño, pero aun así me gusta, por que le da un carácter divertido al libro. A esto le acompaña la cercanía con la que Baeza lo narra, no habla como un catedrático, si no que parece casi como si estuviéramos hablando con un amigo que nos da consejos sobre la vida.